Nadie contra nadie.
Durante la Semana Santa del año 2000, una serie de estampidas aparentemente organizadas en distintos puntos de la ciudad extendieron el pánico en plena Madrugá sevillana. Los incidentes parecían inspirados en Nadie conoce a nadie, novela publicada cuatro años antes por Juan Antonio Bonilla y que Mateo Gil llevó al cine poco después, convirtiéndose en un fenómeno cultural. El caso, que hizo en la policía manejara la hipótesis tan variadas como explosión fortuita, una trama organizada o la celebración de un juego de rol, ocupó titulares durante meses, se cerró sin resolverse y a día de hoy sigue siendo un misterio.
Más de dos décadas después, Bonilla ha escrito Nadie contra nadie la versión definitiva de una historia que lo catapultó como una de las grandes promesas de la literatura en español. el resultado es una novela que, parodiando los códigos de la cultura popular ( las novelas de detectives, el thriller de blockbuster ), indaga en el ” síndrome de Alonso Quijano ” y en los vicios de libros que no se conforman con ser solo ficción.