TODOS MUERTOS
En Harlem la gente no tiene mucho que perder. Inviernos heladores, olores nauseabundos y miseria en las calles curan de espantos para toda la vida; seguramente corta, ya que balas y navajas, capaces de atravesar un cuerpo a la luz del día, rondan el el gueto a vecinos, estafadores, prostitutas y agentes de la ley. Es fácil morir en Harlem. Y los detectives negros conocidos como Sepulturero Jones y Ataúd Johnson lo saben.